Novak Djokovic (38) cayó en semifinales del Masters 1000 de Shanghái ante Valentin Vacherot (204° del ranking), y la imagen que dejó en cancha —arrodillado, exhausto, vencido— reavivó el debate sobre su vigencia. ¿Es el ocaso de una era o simplemente una pausa en la marcha del más grande?
La escena es potente: Novak Djokovic, con la rodilla en el cemento chino, la cabeza baja y el cuerpo vencido. No es una postal habitual en su carrera, pero sí una que la prensa internacional no tardó en amplificar. El serbio, cinco del mundo y dueño de 24 Grand Slams, fue eliminado por el monegasco Valentin Vacherot por 6-3 y 6-4, en una semifinal que parecía accesible ante la ausencia de Alcaraz y Sinner.
La derrota no solo lo dejó fuera de la final, sino que lo privó de asegurar su lugar en las ATP Finals. Y aunque su agenda incluye el ATP 250 de Atenas —torneo que organiza su familia—, su estado físico y emocional quedó en entredicho. En conferencia de prensa, se negó a hablar de molestias y cortó con un seco: “Siguiente pregunta”.
¿Debe retirarse Djokovic?
La pregunta circula con fuerza. Pero la respuesta, por ahora, parece clara: no. Djokovic sigue en el top 5, compite en torneos grandes y mantiene chances concretas de clasificar a las Finals. Su caída ante Vacherot fue sorpresiva, sí, pero también contextual: altas temperaturas, molestias físicas y un rival inspirado.
¿Vale la pena esta exposición?
La imagen viralizada —el ídolo en el suelo— alimenta titulares y especulaciones. Pero también recuerda que la grandeza no se mide solo en victorias, sino en la forma de atravesar las derrotas. Djokovic no se retiró, no abandonó, no buscó excusas. Felicitó a su rival y se fue en silencio. Eso también es legado.
¿El más grande?
La discusión es eterna. Federer, Nadal, Alcaraz, Sinner. Pero Djokovic sigue ahí. Y mientras siga compitiendo, cada partido será una página más en una historia que aún no se cierra.
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