AUTOMOVILISMO - Cuando el cielo se llevó a un ídolo

El 30 de septiembre de 2000, Luis Rubén Di Palma despegó en helicóptero desde Santa Rosa (La Pampa) sin saber que ese vuelo sería el último. Horas después, su caída en un campo de Carlos Tejedor conmocionó al país y dejó al automovilismo sin uno de sus ídolos más carismáticos.  


Luis Rubén Di Palma despegó esta tarde desde Santa Rosa, La Pampa, rumbo a su casa en Arrecifes. Había acompañado a su hijo Marcos en una jornada de Top Race, como tantas otras veces, mezclando el rol de padre con el de mentor. El cielo estaba despejado, el viento calmo, y el Robinson R-44 que piloteaba parecía flotar con la misma soltura que él solía mostrar en las pistas. 

A las 18:00, un peón rural de Carlos Tejedor vio caer el helicóptero. No hubo explosión ni estruendo, solo el silencio abrupto de una máquina que dejó de volar. La policía llegó al lugar minutos después. Dentro del fuselaje, estaba Di Palma. Solo. Sin signos vitales. 

La noticia sacudió al mundo del automovilismo. Di Palma no era solo un piloto: era un ícono, un personaje irrepetible, un hombre que había hecho de la velocidad su lenguaje y de la audacia su firma. Tenía más de 1.200 horas de vuelo en helicóptero y más de 9.000 en avión. Volaba desde hacía más de tres décadas, con una técnica tan personal como su estilo en la pista: colocaba una bolsa de arena en el comando para reducir sensibilidad y lo manejaba con la rodilla mientras descansaba. 

Su hijo José Luis, también piloto, reveló que su padre estaba tomando pastillas para adelgazar que contenían anfetaminas. Había bajado 14 kilos en 20 días y dormía poco. “No fue un error de pilotaje. Se quedó dormido”, dijo con la voz quebrada. 

Sin ser técnico o ingeniero y sin haber cursado el secundario, Di Palma preparó sus propios autos, a los que conocía en detalle como nadie. Incluso fue pionero en el uso de energías alternativas al punto de poner en pista un Torino impulsado a GNC durante una carrera del Supercart en 1990. 

En su extensa y exitosa carrera en el automovilismo, Di Palma es considerado uno de los diez mejores corredores profesionales de la historia del automovilismo argentino donde ganó 9 títulos: Se consagró bicampeón del Turismo Carretera en 1970 y 1971, dominó el Sport Prototipo Argentino con tres títulos consecutivos entre 1971 y 1973. En 1983 se coronó en el TC 2000, demostrando su versatilidad en autos de calle modificados, y también fue campeón en la Mecánica Argentina Fórmula 1 en 1974 y 1978. Su último título llegó en 1993, cuando se impuso en la categoría Supercart. Además de sus campeonatos, acumuló 118 victorias oficiales y dejó una huella imborrable en cada pista que pisó. 

El ‘loco’ Luis fue clave en el nacimiento y fortalecimiento de varias categorías como el TC 2000, la Fórmula 2 Codasur, el Club Argentino de Pilotos y el Supercart. Curiosamente siempre reconoció que le gustaba más volar que manejar en pista, por lo que solía pilotear aviones ultralivianos y helicópteros. 

La tragedia no se explica solo en términos técnicos. Di Palma vivía al límite, y ese límite lo acompañó hasta el final. En Arrecifes, su ciudad natal, las calles se llenaron de silencio. En los talleres, en las pistas, en los hogares donde su nombre era sinónimo de pasión, se encendió una llama de memoria. Porque hay muertes que no se aceptan, y hay vidas que no se apagan. 

Fuente: www.radio.perfil.com - www.pagina12.com.arwww.visionauto.com.ar - www.unoarrecifes.com

Foto: www.caraycecaonline.com.ar 

Video: YouTube

Comentarios
* No se publicará la dirección de correo electrónico en el sitio web.
ESTE SITIO FUE CONSTRUIDO USANDO