FÚTBOL - “Graciani por el gol, Alfredo”

El 21 de abril de 2021, murió Alfredo Graciani de un paro cardíaco a los 56 años. El relator uruguayo Víctor Hugo Morales usaba esa frase en cada gol del ‘Alfil de Boca’. 



“Vamos Boca carajo, hoy comienza un nuevo sueño”, tuiteó a las 9.28, sin saber que apenas dos horas más tarde un paro cardíaco lo sorprendería a los 56 años en la paz de su hogar. La noticia de su muerte causó estupor e incredulidad en el ambiente del fútbol. 

Su relación con la pelota comenzó bien temprano. Tenía apenas 9 años cuando se sumó a las infantiles de Atlanta, donde ya jugaban dos hermanos mayores. Su voluntad y potencia sorprendieron. Tanto fue así que debutó en primera a una edad infrecuente: 16 años. 

El histórico ascenso del Bohemio a la A le permitió a Alfredo mostrarse ante los mejores equipos y en los estadios más importantes del país. En aquel 1984 realizó una muy buena temporada en lo individual (el equipo descendió y jamás volvió a la máxima categoría), y allí fue donde Boca le echó el ojo. Incluso, antes de ponerse la casaca azul y oro fue su verdugo: Graciani anotó el 1 a 0 parcial en el triunfo 2-1 de Atlanta en la Bombonera, la tristemente célebre tarde de las camisetas pintadas con fibrón. 

Ya en el club de la Ribera, don Alfredo Di Stéfano lo ubicó inicialmente como volante por derecha. Pero con el correr de los partidos se consolidó como delantero, conformando una inolvidable dupla con otro histórico xeneize: Jorge Comas. Luego, se sumó a ese ataque Jorge Rinaldi: el tridente Graciani-Rinaldi-Comas está tatuado en la memoria de los mayores de 40 años. 

Se dio el gran gusto de ganar dos copas internacionales: la Supercopa de 1989 y la Recopa 90. Pero esas cosas del fútbol, emigró al Lugano de Suiza en 1991 y luego regresó a Racing en 1992, y se perdió la oportunidad de dar una vuelta olímpica que sin dudas merecía disfrutar: la del Apertura que les puso fin a los 11 años sin consagraciones a nivel local. 

De regreso en Boca, sus participaciones fueron más espaciadas. Relegado por César Luis Menotti, terminó emigrando en 1994. En sus casi 9 años en el club disputó 250 partidos con la camiseta azul y oro y anotó 83 goles, lo que le permitió escribir su apellido en el puesto 14 entre los máximos artilleros del club xeneize. 

Luego, el amor por la pelota lo llevó a defender los colores de Deportivo Español, Atlético Tucumán y Argentinos Juniors antes de volver al Lugano suizo y terminar su carrera en Caracas de Venezuela en 1998, para finalmente hacer una breve experiencia en el segundo equipo del Miami Fusion, de la entonces muy incipiente MLS estadounidense. 

Alfredo Graciani pudo haber sido un gran ídolo de Boca. Por su profesionalismo, su compromiso con los colores y sus goles importantes (al que más le marcó fue a River, en siete ocasiones) se hubiera cansado de dar vueltas olímpicas nacionales e internacionales en las décadas anterior y posterior.

Y aunque el contexto en el que le tocó jugar en Brandsen 805 no fue el ideal, defendió la camiseta azul y oro con amor y con pasión. Por eso se convirtió en un referente, que marcó a toda una generación, que lamentó su pronto adiós. 

Fuente y foto: www.lanacion.com.ar

Video: YouTube

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