El 13 de septiembre de 2007, la FIA aplica la sanción más severa en la historia de la Fórmula 1: McLaren pierde todos sus puntos en el Campeonato de Constructores y recibe una multa de 100 millones de dólares por espionaje técnico. Mientras tanto, Fernando Alonso y Lewis Hamilton conservan sus unidades en el Mundial de Pilotos tras colaborar con la investigación. Una trama de traiciones, rivalidades internas y documentos confidenciales que sacudió el paddock como nunca antes.
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