El 11 de julio de 1999, Michael Schumacher se estrella a más de 300 km/h al inicio del Gran Premio de Silverstone. Los frenos de su Ferrari F399 fallaron y el entonces bicampeón mundial terminó contra las barreras en la curva Stowe con una fractura de tibia y peroné en la pierna derecha. El paddock quedó en silencio: los de Maranello perdían a su piloto estrella y el campeonato cambiaba de rumbo.
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